¿Nunca os ha pasado que tenéis que trabajar o realizar alguna tarea pero no os conseguís concentrar porque estáis preocupados por algo? Pues esto también les ocurre a los niños y les cuesta mucho continuar con la clase cuando están enfadados, tristes o preocupados. Así que es necesario parar y "ver" qué nos ocurre. Y dejar de dar matemáticas, por ejemplo, para gestionar nuestras emociones no es perder el tiempo pues necesitamos dedicarnos ese tiempo.
Hoy nos ha ocurrido y, como viene de atrás, he decidido parar con todos y realizar una hora de tutoría ,si se prefiere llamar así, y hemos hablado del enfado: ¿qué nos ocurre cuando estamos enfadados?, ¿en qué parte de nuestro cuerpo lo sentimos?, ¿qué nos sucede si dejamos que cada vez se haga más grande?... Es importante conocer la emoción que nos invade y saber dónde la estamos sintiendo. Tras hablar, hemos cogido un folio rojo y hemos escrito en él todo lo que nos hacía enfadar (en relación a los amigos). Y no había que realizar un guión, ni seguir la línea para no torcernos, no. Hemos escrito en diferentes tamaños, con más rabia o menos, sin pensar en qué opinará el resto... Y así, nos hemos empezado a liberar un poco (escribir o dibujar cómo nos sentimos ayuda a descargar la energía negativa). Conforme íbamos terminando (la profe también lo ha hecho), lo dejábamos sobre la mesa y nos acomodábamos en nuestro asiento (se empieza a notar un poco de calma). Cuando todos han escrito lo que sentían cuando estaban enfadados, uno por uno, nos hemos subido a la mesa y hemos leído lo que habíamos escrito (una cosa o más, según quisiéramos) pues diciéndolo en voz alta lo aceptamos y nos damos cuenta de ello. Alguno, mientras leía, se ha echado a llorar y es muy habitual porque del enfado a la tristeza hay un paso muy pequeño. Escuchando a los compañeros teníamos que reflexionar si a nosotros también nos enfadaba lo que decían o si, en alguna ocasión, habíamos sido nosotros quienes les habíamos hecho sentir así. Una vez que todos hemos leído hemos hablado sobre lo que se ha dicho dándonos cuenta de que había una razón por la que todos nos hemos enfadado alguna vez al recibirla pero también hemos estado al otro lado. Y, al terminar, hemos roto el papel en los pedazos que cada uno necesitaba, gritando, liberando energía y, tras este momento, sin tenerlo preparado, la gran mayoría ha realizado una gran inspiración y espiración acompañándose del movimiento de su cuerpo que afirmaba que se encontraban mejor. Ya liberados y calmados, es el momento de hablar con la persona con la que estábamos enfadados, eso ya no sé si lo habrán hecho pero creo que se han quitado un gran peso de encima.
Si a alguien le interesa, Anna Llenas tiene un libro titulado "Diario de las emociones" que es bastante interesante: ayuda a reconocer las emociones y propone actividades para expresarlas. (imagen extraída de ese libro).